VISITA DE LA VIRGEN MARÍA A SU PRIMA SANTA ISABEL

La joven María por inspiración Divina, viaja hacia una ciudad de Judá, hacia las montañas de AIN KAREM.
Aunque lleva en su vientre el más preciado tesoro que un mortal pueda llevar, sube en un pollino y va en una caravana, como una viajera más a visitar a su prima.
Ella ama a Isabel, prima mayor a la que admira y quiere.
Va fatigada por su incipiente embarazo y es terreno montañoso por dónde atraviesan los viajeros.
Pero tiene que contarle a su prima Isabel su buena nueva y ayudarle; porque Isabel ya es mayor y piensa que la necesitará. Nadie va a comprenderla en el mundo en eso momentos mejor que su prima.
El pueblo dónde viven Isabel y Zacarías, rodeado de montañas, le llaman también "antigua fuente de Ain Karem",  y fuente de los tres caños y viña fecunda pues el pueblo está rodeado de viñedos.
Unos niños han tomado unos racimos y le ofrecen uno a la joven llamada María para que se refresque.
Al entrar en el pueblo ha preguntado que dónde vive un señor llamado Zacarías y su mujer Isabel. No ha sido difícil, enseguida le han indicado.
Entró en casa de Zacarías y el niño saltó en su vientre llenándola de gozo.
Isabel que estaba amasando el pan ácimo, soltó lo que tenía entre manos.
¡Que gran gozo inundó a las dos!
Isabel cayó de rodillas ante María.
¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
Isabel en ese momento comprendió todo.
¿Quien soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
En cuanto tu saludo llegó a mis oidos, la criatura saltó en mi vientre.
¡Que cosas no se dijeron, cuantas cosas hablaron las dos primas sentadas alrededor del fuego, cosiendo y bordando pañales para los dos niños.
Mientras tanto Zacarías que se había quedado mudo porque había dudado de las palabras del ángel, cundo le anunció en el templo que su mujer estaba encinta, las miraba perplejo.
¿Que es lo que está pasando aquí?
El aún no comprendía; pero era algo muy grande que a pesar de su mudez lo tenía embargado de dicha. Algo irreal, una felicidad, un amor...algo tan maravilloso...
que hasta un poco más tarde no llegaría a entender.
¡Tener tan cerca al creador del mundo y no volverse loco!