viernes, 3 de julio de 2009

TATOO

El calor empezaba a achicharrar los campos de mieses, dorando las espigas, el trigo y la avena; los pájaros alzaban el vuelo al paso del ruido de los coches en el asfalto.
Al llegar al restaurante, a cambio de la jarra de cerveza helada que nos apetecía, nos pedimos sendos gazpachos de tomates, pimientos y ajos, mas ecológicos que refrescara nuestras sedientas gargantas y mientras esperábamos el segundo plato; la vi llegar.
El pueblo castellano, estaba perdiendo sus campos por la construcción exagerada. Una moderna universidad europea, lo había hecho ya famoso en todo el país y universitarios de todos los rincones de España de Estados Unidos y de Hispano-América pululaban por sus calles esperando las notas o los últimos exámenes del curso.

Se dirigió decidida hacia una mesa amplia y familiar en la que hasta entonces no me había fijado. Dos señoras y varios niños pequeños componían la reunión. Pensé: serán tías o amigas de la madre que han venido a visitar a la niña universitaria y la invitan a comer.
Era una chica muy joven, no tendría más de dieciocho o diecinueve años. Su aspecto es de lo que se dice “una niña mona”, la cara aún angelical y muy blanca de piel y con un bonito pelo ondulado de color castaño.
Me llamó la atención al pasar junto a mi mesa. Llevaba una camisa de tirantes muy estrecho y pensé que debajo llevaba una camiseta de cuello alto y mangas larguísimas.
— ¡Dios mío, con el calor que hace y tan abrigada!, pero de pronto me di cuenta de la realidad.

Estaba toda tatuada, desde el cuello hasta las manos. Sin conocerla me llevé un gran disgusto que aún me dura y que creo no lo voy a olvidar así como así.
Si no quisiera que la hubieran visto, se podría haber puesto una camisa fina de seda o algo similar.
Cuando iba así es que quería hacer alarde de ello, ante sus familiares o amigos.
¿Contra quien era la venganza?,
Pienso que si fuese mi hija me moriría de la pena, pues tal era el barroquismo de los tatuajes, que daba el aspecto de tener pintado el cuerpo entero. ¿Qué haría cuando se pasase la moda? Era tanto y abigarrado que no podría disimularlo nunca.
Se había matado para siempre.
Se que hay algunas personas que acuden a especialistas para que los quiten; costando muchísimo dinero, pero pienso que el cuerpo totalmente tatuado no se lo podría quitar nunca.

Pero lo que mas me asombró fue su aspecto. No tenía vergüenza ni miedo de que la vieran la familia que la invitaba a comer. Su cara no reflejaba arrepentimiento, ni vergüenza, es como si hubiese nacido tatuada de arriba abajo, lo llevaba con la mejor de las naturalidades.
En el colmo de los colmos, su aspecto era el de una chica ingenua, natural, amable, sencilla y buena.